abril 20, 2012

El Hombre y su Estela


HASTA SIEMPRE ALFREDO IÑIGUEZ


¡¡Piedra!! -grité.

Aquel pedazo de montaña, en apariencia sólido, se había desprendido al apoyar mi pie izquierdo. Te pegaste a la pared evitando los fragmentos de roca que pasaban rozándote como si fueran metralla.

Ahora, en esta tarde lluviosa de Abril, con la noticia de tu muerte mordiéndome las entrañas, quiero imaginarte como valiente miliciano defendiéndose de las bombas y cañonazos en la batalla del Mazuco.

Estábamos en el Espolón del Lago del Neverón del Albo celebrando el trigésimo aniversario de su apertura. Me sentía muy tranquilo sabiendo que eras tú quién me aseguraba, con aquella pose de los que saben parar la caída de un compañero solo con su hombro y con sus manos.Llegamos a la cima justo al anochecer iluminados tan solo con una linterna; habíamos sido un poco “calamares” valorando la dificultad de aquella escalada. Resolvimos con soltura los rápeles nocturnos por aquella canal y de nuevo me sentí muy seguro al ver cómo te movías en la noche por tus Picos, quizás como uno de aquellos que tuvieron que echarse al monte cuando ya todo estaba perdido. Luego ya en Vega Urriello compartiendo trago con los compañeros que aguardaban impacientes nuestra llegada, comprendí lo grande que era vivir contigo todos aquellos momentos.

Días antes habíamos hecho “Amistad con el Diablo” y, pensando en Cristian Marín, recordábamos cómo “Capricho de Venus” había sido la primera escalada al Picu con nombre fantástico, y lo bonito que sería escribir un artículo sobre las vías de esa montaña con nombres de seres mitológicos y de animales. Tantos y tantos sueños, tantos y tantos proyectos pasaban por nuestras cabezas…

Alfredo, lo de Quirós, no es el final. Para nosotros tú sigues por los Picos. Te encontraremos en sus aristas, en sus cimas, en sus refugios… Seguiremos atentos a tus “lecturas de vivac” y tú seguirás resistiendo a la metralla en la Sierra del Cuera.

Miguel Angel Mora “Biafra”.